
Abro los ojos. Temo observar algo desconocido y que la situación me domine, que sea incontrolable. La oscuridad envuelve toda la habitación. Siento un intenso escalofrío en el pecho que pasa a recorrer todo mi cuerpo. Me estremezco pero sigo inmóvil, paralizado por el aturdimiento. Ya no sé que es realidad o ficción, sueño o pesadilla. Logro girar la cabeza hacia la izquierda. Reconozco mi habitación, mi cama y el cuerpo palpitante de mi mujer a mi lado, respirando armoniosamente tranquilo, ausente, despreocupado. La envidio. Recupero la posición inicial y cierro lo ojos. Intento volver a dormir con la incertidumbre de no comprender lo que ha ocurrido. Pero sólo quiero descansar, esquivar el insomnio, otra noche interminable. Y la oscuridad se vuelve a apoderar de mí, de la habitación, de todo. ¿Alguien habrá querido decirme algo?
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