La realidad demuestra que la demagogia, la hipocresía y la ignorancia no son patrimonio de ningún grupo concreto.

domingo, 4 de abril de 2010

Gracias a Dios no soy creyente


Santa Cruz nocturna, un gran cementerio.
Brisa fresca y murmullo; El fervor religioso se transporta calle abajo. Familias bien vestidas, risueñas, despreocupadas, adoran y veneran dioses y vírgenes. Almas simples sedientas de respuestas y mentiras.
A cien metros un hombre descansa tumbado en un cajero. Boca abajo. La puerta está cerrada. Permanece ajeno al ruido, al frío, a la hipocresía. Lee la hoja de un periódico mientras espera la llegada del sueño. ¿El también creerá en Dios?
-¡Bajen aquí y ayuden!- Se oye gritar desde lejos.
Santa Crucifixión. Cruz. Ficción. Miro a mí alrededor, gente rezando en la puerta de la iglesia. La ciudad sigue siendo un cementerio. Gracias a Dios no soy creyente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario