
Video promocional de esta novela que narra los días de un hombre, degradado en su función laboral junto con otros compañeros, obligado a recorrer una misma ruta... hasta que un crimen absurdo acaba con las apariencias.
La realidad demuestra que la demagogia, la hipocresía y la ignorancia no son patrimonio de ningún grupo concreto.













Semblanza Autobiográfica del Autor:
(...) Hay cosas que un hombre no puede contar a su mujer. ¿Entendería María el apocamiento que había sentido al cruzar aquella preciosa estancia, la turbación que le había embargado al tambalearse cuando sus zapatos gastados, húmedos a causa de la nieve, habían resbalado en el reluciente suelo amarillo? ¿Podía contar a María que aquella mujer atractiva se había compadecido de él? Era verdad: aunque le daba la espalda, intuyó el inmediato desconcierto de la viuda por su causa, por su anómala torpeza. (...)
Se frota las manos contra el pantalón a la altura de las rodillas para limpiarse el sudor. Suspira. Mira a la presentadora y le hace un gesto de afirmación. Primeros planos. El marcador registra la cantidad en juego: 15.000 €. Ella lo mira con el rostro serio y formula la pregunta: “¿Alguna vez te has masturbado mirándote al espejo?” Cumple las instrucciones de dar tiempo a la respuesta en una pausa dramática. La cámara enfoca a su mujer y a su madre; ambas sonríen. Él mira al suelo, pestañea, mira a la presentadora y responde: “Sí”. Otra pausa. Se oye música de suspense hasta que una voz metálica en off da el veredicto: “Eso es verdad”. El público aplaude y los rostros se relajan. Siguiente pregunta, 20.000 €: “Has mantenido relaciones sexuales con personas de tú mismo sexo”. Se cumple el mismo guión. Última pregunta. 30.000 € en juego. La presentadora le recuerda que si miente se irá a casa de vacío. Él guiña el ojo derecho mirándola y entrelaza los dedos de las manos. Pausa. Es el todo o nada. La presentadora formula la pregunta: “¿Quieres más a tú mujer que a tú madre?”. Primeros planos de la madre y de la mujer; no sonríen. Respuesta: “Sí”. Después de la pausa, la voz en off da el veredicto: “Eso es mentira”. Los primeros planos enseñan los rostros sonrientes de todos menos el de la presentadora que parece disgustada. Apago el televisor y me voy a dormir con la sensación de haber tirado a la basura cinco minutos de mi vida.