La realidad demuestra que la demagogia, la hipocresía y la ignorancia no son patrimonio de ningún grupo concreto.

martes, 27 de septiembre de 2011

Saldando cuentas


(...) Tenía la mano blanca, lisita, pero la mía estaba llena de cicatrices, tengo todo el cuerpo lleno de cicatrices, hasta el pito lo tengo lleno de cicatrices.
También quiero comprar una radio, le dije.
Mientras iba a buscar la radio, yo examiné a fondo mi Magnum. Bien engrasadita, cargada. Con el silenciador puesto, parecía un cañon.
El perista volvió con una radio de pilas. Es japonesa, me dijo.
Dale, para que lo oiga.
La Puso.
Más alto, le pedí.
Aumentó el volumen.
Puf. Creo que murió del primer tiro. Pero le aticé dos más sólo para oír puf, puf. (...)

(...) Nosotros no le hemos hecho nada, dijo él.
¿Que no? De risa. Sentí el odio inundándome los oídos, las manos, la boca, todo mi cuerpo, un gusto de vinagre y de lágrimas.
Está en estado, dijo él señalando a la mujer, va a ser nuestro primer hijo.
Miré la barriga de aquella esbelta mujer y decidí ser misericordioso, y dije, puf, allá donde debía estar su ombligo y me cargué al feto. La mujer cayó de bruces. Le apoyé la pistola en la sien y dejé allí un agujero como la boca de una mina. (...)

El Cobrador
Rubem Fonseca


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